viernes, 14 de junio de 2013

La Nueva Mayoría (primera parte)

Ha nacido en Chile una alianza política llamada Nueva Mayoría, para servir de instrumento a la ciudadanía y al pueblo de Chile.

Es este instrumento el pacto más amplio y más diverso que recuerde la historia política en nuestro país. Conviven, dialogan y debaten en su interior socialdemócratas, progresistas, marxistas, cristianos y bolivarianos, y día a día se suman más voluntades independientes buscando canalizar a través de dicho pacto la solución electoral que lleve a Chile a una nueva era en su historia.

Ha nacido en Chile la Nueva Mayoría, para ser la expresión de la ciudadanía que quiere profundizar la democracia y poner a las personas en el centro del modelo de desarrollo nacional.


Hace poco publiqué lo anterior a través de mi cuenta personal de Facebook. Ahora quisiera aprovechar este medio para apuntar algunos elementos que he ido desarrollando a lo largo de las últimas semanas en diferentes espacios argumentativos, políticos y sociofamiliares.

Antes de comenzar quisiera aclarar que no es mi intención generar una defensa corporativa de la política de alianzas del PC, colectividad en la que milito, si no más bien referirme a los elementos constitutivos del pacto Nueva Mayoría y al papel que parece estar llamado a desempeñar en el presente inmediato.

Primeramente, y remitiéndonos a los primeros enunciados, decimos que la Nueva Mayoría a nacido como instrumento de la ciudadanía y al pueblo de Chile. Decimos en tanto nace en un contexto político radicalmente distinto tanto a los últimos 23 años de gobiernos post-dictadura como al repliegue del mundo militar a fines de los años ochenta.

El Chile que ve nacer este pacto ya no es el mismo que nos acostumbramos a pensar y en el que nos acostumbramos a vivir. Ciertamente los movimientos sociales son hoy un factor de peso en el debate nacional, los estudiantes permanecen constantemente movilizados y en permanente debate, el mundo sindical se redinamiza rápidamente, tanto en el interior de la Central Unitaria como desde distintas organizaciones de trabajadores portuarios, de servicios, etc.

No diremos que se vive en nuestro país un momento de movilización masiva o que vivimos una "coyuntura pre-revolucionaria" haciéndonos cargo de lo que implica utilizar dichos términos. Hacerlo sería desconocer tanto profunda como superficialmente la actual correlación de fuerzas en nuestro país. 

Podemos decir que en Chile se vive un momento especial, un Nuevo Momento Político que si bien difiere de la inercia política de los 90's y los 00's, no alcanza a cumplir con las expectativas de algunos soñadores que creen inminente la caída del Palacio de Invierno. La situación es compleja, sobre todo para los que quieran sentirse parte de la vereda de los movimientos sociales, y, arrojándose la militancia en dichos espacios, intente visualizar el nivel de la actual acumulación de fuerzas.

Durante el 2011 asistimos a constantes y progresivas muestras de desprestigio e impugnación de la autoridad, del modelo neoliberal, de la democracia protegida y binominal. Cada mes se suponía que el movimiento social acumulaba más poder, llegando la verborrea de algunos dirigentes a señalar que había llegado la hora de la redención proletaria, la parusía del pueblo chileno, las hojas de este discurso maximalista fueron primero dispersadas y luego pulverizadas por los resultados de las elecciones municipales del año siguiente.

Las municipales del 2012 fueron un balde de agua fría en las cabezas de los más acalorados. Los partidos de la Oposición Parlamentaria, agrupados en dos listas electorales cuyo cisma ideológico era bastante claro, resultaron ser las grandes vencedoras de los comicios.

 La lista Concertación Democrática, expresión conservadora de los partidos democristiano y socialista inclusive logró una amplia ventaja frente al Pacto Por un Chile Justo, que aglutinaba a las fuerzas más progresistas dentro de la Oposición Parlamentaria. Los resultados para otras listas que se reivindicaban de izquierda pero que por opción se negaron a establecer alguna clase de acuerdo con los partidos de la ex -Concertación fueron miserables.

Este hecho no puede ser reducido a las categorías dicotómicas de victoria o derrota política. Si bien la Oposición celebró con mucha propiedad los resultados de la expansión de su órbita de influencia, la Derecha lamentó amargamente su retroceso e incluso recurrió a diferentes tretas para mitigar dicha derrota (los casos de Valdivia, Ñuñoa y Estación Central son ejemplos muy claros) y la oposición extraparlamentaria ( e.g. P. Igualdad) alegó el triunfo del reformismo y la invalidez del proceso, lo que realmente se desprende esta situación (y o que no se desprende, una abstención altísima que ni el más afiebrado se podría adjudicar como logro político) es una reconfiguración del escenario político, una reagrupación en la correlación de fuerzas y la invalidación de los discursos más termocéfalos.

Después de las municipales de 2012 quedó claro que cualquier proyecto de transformación del país desde la izquierda deberá necesariamente involucrar tanto a los movimientos, relatos y organizaciones nacidas del 2011, como a los partidos y correlaciónes que formaron parte del proyecto Concertacionista post Dictadura. Estos partidos (PS, PDC, PPD, PR) que habiendo sido impugnados violentamente por una nueva pléyade de dirigentes estudiantiles y sociales, habían demostrado que seguían y siguen siendo depositarios de la confianza de un importante y heterogéneo sector de la ciudadanía, que no puede ser obviado cuando se piensa en construir un futuro.

Si el 2011 fue la disrupción, la emergencia de la ciudadanía, el grito insurrecto, en 2012 vino el balde de agua fría, el despertar y el aterrizaje forzoso del que quiera construir. Nos dimos cuenta que las mismas señoras que tocaban sus cacerolas contra la represión tenían calendarios de Bachelet en sus refrigeradores. Menester es dialogar, se acabaron los iluminados.

Lo interesante de este diálogo de hechos es que ninguno se detiene. La repolitización de la sociedad chilena, que estalla espectacularmente en 2011 no se detiene, viene luego Aysen, Freirina, Huasco, y en 2013 los colegios fusionados de La Florida, Talca, La Cisterna, el paro Portuario, Costanera Center, El movimiento estudiantil sigue movilizando a decenas de miles, estalla Quellón y como diría Alberto Mayol, la primavera de Chile no se ha detenido.



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