domingo, 18 de noviembre de 2012

Ha muerto en Santiago don Eduardo Morales Miranda




Ha muerto a los 102 años cuando la Universidad que fundara con su mano prometeica completa los 58 y declara tres días de duelo para rendir tributo a la figura cuyo proyecto fue traicionado y tergiversado invariablemente durante décadas, hasta sólo un poco antes de su renuncia indeclinable.

Morales Miranda es un héroe trágico de la educación. Es un prometeo Austral que erigió una casa de estudios inspirada en los inmortales preceptos de la libertad y la igualdad pero que vio cómo su proyecto naufragaba frente a la mezquindad de una clase burguesa que jamás pudo alzar su voluntad por encima del interés de sus billeteras.

Hacia fines de la década del 40, la necesidad de la burguesía local por contar con técnicos y profesionales de gran habilidad para sustentar los engranajes del desarrollo industrial de la ciudad y sus alrededores se hacia cada vez más patente. Las tradicionales familias valdivianas se han consolidado y una clase media tecnificada y bastante amplia, educada gracias a los esfuerzos de los gobiernos radicales y laboralmente activa conforman un espacio que requiere con urgencia una institución educativa acorde a las necesidades regionales.

Sin embargo el proyecto de Morales Mirada (influido por pensadores de la talla intelectual de un Alejandro Lipschutz) desbordaba la mera necesidad de otorgar a la industria valdiviana una buena cantidad de técnicos. La universidad que pensó Morales Miranda tenía como objetivo dotar al sur de Chile de una casa de estudios que aportara con vigor y energía de nuevos graduados formados desde una óptica humanista, crítica y profundamente intelectual. 

La gran cantidad de estudiantes matriculados en la primera generación de la entonces Facultad de Bellas Artes, la preeminencia de cursos humanistas para todas las ramas del conocimiento impartidas y la fuerte vocación creativa de Morales, comenzaron prontamente con los intereses de la Universidad de Chile y sus políticas curatorias.

Esto es quizás lo más importante a la hora de comprender el devenir histórico de nuestra Universidad. Esta tensión entre el proyecto germinal, de carácter regionalista y profundamente creativo de don Eduardo Morales, de construir en Valdivia una institución con vocación regional y de país, libre de la tutela de cualquier institución foránea, y el proyecto mercantilista de otra parte de la burguesía local, que sentía en el sometimiento a la casa de Bello una cómoda forma de encausar la educación en virtud de sus intereses. 

Esta tensión provocó en 1961 la renuncia indeclinable y el alejamiento definitivo de Morales Miranda, luego de una fuerte pugna entre sus seguidores y los miembros del Directorio de la Sociedad (algo que puede resultar familiar).  El alejamiento del rector fundador deja constancia de la profundidad del vuelo que quería emprender y de cómo los poderes fácticos de la región que luego del terremoto perdieron en gran medida el impulso industrializador (algo que sería renovado más tarde durante la Unidad Popular, pero cuyo resultado conocemos todo) y viraba rápidamente a garantizar la viabilidad del proyecto agrario y más tarde forestal. 

Es así como el proyecto de Universidad laica, progresista y libertaria ideado por Morales Miranda y otros grandes pensadores de la época queda trunco al poco andar. Cabe destacar que la autonomía completa de la Universidad con Respecto a la Universidad de Chile data de 1968, durante la gestión del rector Felix Martinez Bonatti y en medio de la presión de una nueva generación de estudiantes imbuidos de los valores y los contenidos políticos de la Reforma Universitaria vivida en todo el país. 

Esta pequeña monografía (que resulta falta de citas y documentos que la avalen por no ser mi interés primordial si no más bien el intento de plantear un relato de la travesía política e ideológica de la Universidad) no puede terminar sin antes levantar una profunda crítica. 

Anticipándome a la serie de ceremonias, actos y otras actividades que seguramente desplegarán rectoría y demás cuerpos colegiados para condolerse del fallecimiento del Doctor, algo que sin lugar a dudas resulta siempre loable y necesario, es necesario dar testimonio de la permanente traición que comete la Universidad a los valores y principios que guiaron la gestión de nuestro fundador. La tergiversación del proyecto histórico de la Universidad resulta dramática y es más que preciso denunciarla con toda nuestra fuerza y hoy más que nunca agitar los principios fundacionales que motivaron la creación de nuestra casa de estudios y llevar nuestro que hacer político a la concreción de una Reforma. 

Resulta hoy, cuando en el centro de la discusión nacional permanece la disputa por la construcción de diferentes proyectos educativos, darle una vuelta a los contenidos intelectuales, morales y políticos de próceres como Morales Miranda, dar cuenta de las traiciones, mentiras y tergiversaciones que han construido nuestra actual situación y ensanchar el límite de nuestras posibilidades hacia la creación de un nuevo proyecto de Universidad, acorde a las necesidades y sensibilidades de una Región que aspira crecer y de un país que requiere hoy más que nunca de alternativas al actual modelo de desarrollo.