jueves, 20 de junio de 2013

La Nueva Mayoría II Parte

Antecedentes del proyecto histórico concertacionista:

La Concertación nace a fines de los ochenta como alianza de dos proyectos políticos distintos, la socialdemocracia y el socialcristianismo. Ambos proyectos democráticos consintieron pactar un proceso de transición en el que el mundo civil pudiera volver a ejercer la administración del Estado sin cuestionar el modelo de desarrollo impuesto por la dictadura.

El proyecto Concertacionista aceptó dicho trato, lo que no resultaba demasiado difícil considerando las ataduras constitucionales, legales y culturales que dejaban los militares. La derecha política se insertó en un juego democrático que le daba no sólo gobernabilidad, si no la certeza de que aun encontrándose en minoría electoralmente, podría sobrerepresentarse y trabar cualquier iniciativa que tendiera a modificar el esquema político.

Ante la falta de referentes externos de proyectos políticos antineoliberales (previa caída de la órbita soviética, caída del gobierno sandinista, etc.) resulta bastante fácil entender cuáles fueron los caminos lógicos que llevaron a la Concertación a acatar el Consenso de Washington y asumir la profundización del modelo neoliberal en Chile. Con un movimientos social desnutrido y traumatizado luego de la dictadura y con la perdida del horizonte soviético obligando a la transformación de todos los grupos de izquierda, junto con los amarres estructurales que dejaba la administración militar en beneficio de la derecha, era obvio que la posibilidad de plantear un camino alternativo era muy reducida.

Este mismo proceso se vivió en toda Latinoamérica, y en casi todo el mundo post caída del eje soviético. Las diferencias entre el cuadro mundial y regional de aquel momento y el actual son abismantes. No tenemos para qué extendernos en ese punto.

Continuidad y Cambio. El momento histórico de la Nueva Mayoría

El movimiento social chileno ha acumulado fuerzas durante 20 años. Hoy tiene las herramientas políticas para incidir, detener y transformar la agenda de cualquier gobierno. Así mismo, el escenario regional-continental se ha transformado, el fortalecimiento de los gobiernos progresistas de América Latina, que dialogan y se insertan continuamente da pie a un nuevo horizonte diplomático. Por último, el alzamiento de Brasil como potencia regional, inserta en el BRIC y en el nuevo mundo multipolar, da pie a que la influencia norteamericana no sea hoy la Espada de Damocles, colgando eterna sobre las cabezas de nuestros gobiernos.

Las condiciones que permitieron el surgimiento de la Concertación como proyecto político se han extinguido, luego de 20 años de transformaciones fundamentales en el panorama nacional y mundial. El modelo político de gestión y desarrollo que pudo vivir durante 20 años acosta de la debilidad del movimiento social ha muerto.

Al dejar de existir las condiciones que le daban viabilidad, es obvio que, así como el pez fuera del agua, el conglomerado desfallezca. Es el momento de que los actores sociales se reorganicen y conformen un nuevo proyecto político, que se haga cargo del momento histórico y sepa agitar a las masas en función de una épica distinta. Asistimos al parto de una nueva era para la historia de nuestro país. Como todo parto debe ser doloroso, siempre cuesta romper con la costumbre de pensar el mundo de una cierta forma, y también como todo parto, no emerge de la nada. Es obvio que los partidos que conformaron la Concertación siguen existiendo y tienen un rol histórico que cumplir, junto a nuevas fuerzas, con las que en conjunto deberán saber enfrentar los desafíos que implica esta nueva era.

No hay comentarios:

Publicar un comentario